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Las fachadas del Municipal

Sin duda, uno de los elementos más característicos del Municipal de Santiago es su imponente arquitectura. Así, la fachada del edificio ha sido vista por cientos de miles de chilenos en sus más de 160 años de historia, como parte integral de lo que es el Santiago de ayer y hoy. Pero, ¿Han visto los santiaguinos siempre una misma fachada?
La primera fotografía, de 1860, muestra el Teatro original, construido por Francisco Brunet de Baines, arquitecto francés que ganó la competencia de propuestas donde participaron, además, Alejandro Cicarelli -director de la Escuela de Bellas Artes- y otros arquitectos europeos. Una de sus características más importantes eran las columnas y arcos de entrada, los faroles a gas hidrógeno (una novedad propuesta por Manuel Aldunate) y las oficinas desplegadas a cada lado en un estilo más tradicional, con tejas chilenas. Para un periodista del Ferrocarril, principal periódico de la época, «reúne una soberbia y pomposa ornamentación. Las decoraciones son magníficas y de un efecto sorprendente. El golpe de vista encanta y uno se siente transportado a alguno de esos grandes teatro de París i de Italia«.
Lamentablemente, en 1870 el Teatro sufrió un enorme incendio, cuyos escombros pueden verse en esta fotografía del día siguiente, un 9 de diciembre. Rápidamente se aceleraron los trabajos para un nuevo edificio sobre la estructura del anterior, diseñado por Luciano Henault sobre planos de Brunet de Baines. Este segundo Teatro superó con creces al anterior, incluyendo mosaicos de Valencia y mármoles de Regolamo.
El nuevo edificio incluía además una serie de estatuas sobre la fachada que representaban a las musas inspiradoras de las artes. Se realizaron varios escudos que aún adornan los laterales de la fachada, incluyendo aquellos de la Municipalidad de Santiago, y se mantuvieron los ventanales del segundo piso. Durante el terremoto de 1906 varios de estos detalles se perdieron, incluyendo algunas de las estatuas. En la reconstrucción, que duró hasta 1909, se retiró todo el estucado y rehizo el frontis, retirando los ventanales varios metros, incorporando una columnata simétrica y manteniendo sólo dos de las ventanas originales.
En 1910 la República Argentina donó a Chile la estatua de Laura Mora que se encuentra frente al Teatro, originalmente concebida como tres niños detrás de una ninfa. Durante un temporal un poste telefónico le cayó encima y fue refaccionada en bronce, ignorándose la temática original, de modo que ahora son cuatro niños que juegan entre sí.
La década de 1920 vio los últimos cambios importantes a la fachada del Municipal, por decisión del alcalde Luis Phillips. Los arquitectos de la firma Valdivieso y De la Cruz decidieron mantener la marquesina francesa de vidrio y fierro para la lluvia que se había importado en tiempos posteriores al Centenario y, además, reforzaron con pequeñas galerías el acceso a boletería. Un detalle que poca gente percata en la fachada por Tenderini son los cuatro medallones de Rouen.
Así, es posible ver claramente los cambios que ha sufrido el edificio en sus más de 160 años, pero también como sus líneas generales han permanecido en el tiempo, marcando con su estilo y presencia no solo el acontecer artístico de Santiago, sino también la arquitectura urbana de la capital de Chile.